Buenos días, estimados feldgrineses. Ya os echaba de menos, y héteme aquí con una taza de café calentito y una manta, arrimándome a nuestra hoguera donde venimos a compartir un ratito juntos. ¿Cómo? ¿Que cómo me atrevo a mencionar siquiera eso de la manta, la hoguera y el café calentito cuando se aproxima otra ola de calor de cuarenta grados a la sombra? ¡Pero, almas inocentes! ¿Aún no sabéis que nuestro refugio virtual está en otra dimensión, ajena a las temperaturas de la vida real? Cuando se leen libros de Fantasía, y la historia transcurre en un mundo con un clima gélido, pongamos por caso, vuestra mente viaja allí y vuestro cuerpo no es tan consciente de si van o vienen las olas de calor en el mundo real. ¿Que no os funciona eso a vosotros? Habéis leído poca Fantasía, entonces. Sé que algunos de vosotros estarán de acuerdo conmigo, y si es así, os animo a opinar en los comentarios o en el chat.
Bien, ahora que estáis atentos a lo que os digo, aprovecho para presentaros a otro personaje de nuestro apasionante relato. Esta semana os traigo a un guardia real, compañero del capitán Nadrim. Se trata de Hayhel, y es el segundo en el mando, después de Nadrim.Hayhel interviene en varias escenas de la novela, como cuando encuentran al semiorco Chandrak, momento en que el militar estuvo a punto de ejecutar al pequeño mestizo, aunque cumpliendo órdenes de su capitán. Más adelante, tras un terrible acontecimiento sufrido por el propio Nadrim, Hayhel tuvo que asumir el mando de la Guardia Real.
¿Fue Hayhel un personaje leal a los protagonistas de la novela? ¿O se le subió quizás su ascenso a la cabeza? Solo os revelaré que al final del último tomo (En las Entrañas del Dragnath) la trama de este personaje presenta un giro inesperado que sorprende a unos y a otros.
Pues por supuesto que no os voy a desvelar nada más. Para descubrir lo que ocurre con este y los demás personajes, tendréis que desgranar, una por una, todas las páginas de nuestro apasionante relato Los Elfos de Feldgrin.
Hasta pronto, queridos Fledgrineses. Prometo volver a nuestro refugio atemporal y aclimático... si antes no me he derretido vivo en el mundo real, claro.